Detectar donde se localiza la grasa es más importante que saber cual es su composición a la hora de conocer los peligros que supone para la salud.
Los genes activos en la grasa abdominal de una persona son significativamente diferentes de los de su grasa en los muslos, un hallazgo que podría cambiar la forma en la que enfocamos la reducción de grasa corporal.
Los hombres tienden a almacenar grasa en la zona abdominal, y mantienen niveles bajos en la zona de los muslos. Las mujeres, por otro lado, tienen más a menudo una forma de pera y almacenan más grasa en las caderas y los muslos que en el vientre.
El exceso de grasa abdominal se asocia con un mayor riesgo de enfermedades del corazón y diabetes. Por otro lado, la grasa de la cadera y los muslos no parecen jugar un papel esencial en estas condiciones.
La grasa abdominal difiere genéticamente de la que se encuentra en la zona de caderas y muslos. Incluso, existe una diferencia entre la grasa abdominal subcutánea y la grasa abdominal profunda o visceral.
Esta diferencia genética hace que respondan de manera diferente a los neurotransmisores, hormonas y otras señales entre células.
La grasa abdominal es un tipo de grasa que responde más fácilmente a varios tratamientos, entre ellos la dieta cetogénica.
Esto se debe a que estas células tienen receptores sensibles a hormonas y neurotransmisores catabólicos que facilitan el consumo de grasa para la obtención de energía. A diferencia, la grasa de los muslos o caderas, no. Las mujeres, debido a su mayor nivel de estrógenos, tienen más predisposición a ganar grasa en la zona de los muslos ya que genéticamente, están programadas para mantener una reserva energética adecuada para afrontar embarazos y lactancia. Esta situación cambia en la menopausia con la falta de estrógenos, y por eso es común que se produzcan varios cambios en el cuerpo de la mujer como reducción de masa muscular y aumento proporcional de grasa corporal, especialmente grasa abdominal.
La grasa abdominal es metabólicamente más activa y, si bien está más asociada al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, su reducción es más factible, especialmente para las mujeres en edad fértil que tienen un patrón de distribución de grasa con forma de pera.
El cuerpo de cada persona se comporta de manera diferente a la hora de almacenar aquellos excesos que no utilizamos cada día. La forma de nuestro físico puede desvelar bastantes aspectos sobre nuestra salud, y las curvas que aparecen en diferentes áreas son un buen indicador para saber que está pasando en nuestro organismo.
Hay ciertos tipos de grasa más dañinos que otros, siendo relevante también su localización. A continuación, te mostramos cuales son las implicaciones que estas pequeñas acumulaciones pueden tener tanto para tu salud cardiovascular como para otras enfermedades.
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Abdomen: La curva de la felicidad puede ser consecuencia de la así llamada grasa visceral, un importante peligro que rodea a los órganos internos. Por este motivo, la grasa abdominal favorece la aparición de afecciones como la diabetes tipo 2, la hipertensión y la hipercolesterolemia. La grasa visceral no solo se trata de un problema estético, sino un factor de riesgo para enfermedades mucho más serias. La buena noticia es que podemos reducirla a través de ejercicio, consumiendo menos alcohol y azúcar, controlando nuestros niveles de colesterol y llevando una dieta rica en fibra.
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Cintura: La grasa aquí suele ser subcutánea (es decir, tejido adiposo que se deposita directamente bajo las capas de la piel) e implica menos riesgos para la salud que la grasa abdominal. Aún así, esos kilos de más pueden también desembocar en problemas como artrosis o apnea del sueño. Es importante acompañar la dieta de ejercicio físico para movilizarla.
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Parte superior de los brazos: Tener grasa en la parte superior del cuerpo suele ser menos seguro que almacenarla en las extremidades inferiores. La grasa localizada en los brazos puede ser ectópica. Esta se define como la deposición de triglicéridos en células de tejido no adiposo y es la responsable de importantes problemas metabólicos que conducen a enfermedades como la diabetes o la hipertensión.
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Espalda: La grasa en la espalda está directamente asociada con la barriga. La localización en esta zona entraña los mismos riesgos que si estuviera situada en la parte inferior del tronco.
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Muslos y Caderas: Frente a los hombres, más propensos a acumular grasa en el abdomen, las mujeres tienden a desarrollar más volumen en estas dos partes del cuerpo. Si tienes grasa en tus muslos y caderas ello puede ser un síntoma de buena salud, con menos riesgo de padecer enfermedades cardíacas y diabetes 😊
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En todo el cuerpo: Cargar con una capa de grasa en cualquier zona significa, inevitablemente, que tengamos que desplazar más peso, con las consecuencias que ello entraña tanto para el corazón como para el organismo en general. Dolor en las articulaciones, apnea y una disminución de la energía con contingencias que pueden derivar de cualquier exceso de grasa.
La grasa corporal tiene mala reputación, pero no hay que equivocarse, lo que no es saludable es tener un exceso de grasa y también hay que prestar atención a donde se localiza ¿por qué? Es sencillo: porque esta ubicación puede ser signo de futuros problemas de salud.
De hecho, la grasa cumple un papel fundamental en la vida y el bienestar del organismo. Desde la unidad más básica, la célula, a tejidos y órganos, la grasa realiza funciones imprescindibles para la vida. Representa la principal reserva energética del organismo, almacena vitaminas liposolubles (A, D, E y K), ayuda a controlar la temperatura corporal, cubre y protege articulaciones y órganos.
Conclusión: La grasa es necesaria pero el problema comienza cuando es demasiada. Cuídate.